Consiste en cortar o atravesar el diseño para dividirlo en dos mitades simétricas.
Para lograrlo, debemos recuperar altura en el vertido, así como reducir la velocidad. En este último paso la intención no es dibujar, sino que será similar a la de los pasos iniciales, buscando hundir la leche bajo la crema. Si no recuperamos esa altura y además mantenemos la velocidad de vertido el resultado será un diseño manchado y arrastrado, similar a cuando arrastramos con nuestra mano la tinta húmeda con la que acabamos de escribir: el resultado se podrá entender más o menos, pero no será limpio ni estará bien presentado.
Veámoslo a continuación con varios ejemplos:
Frenar
Para un mayor control del flujo de vertido, debemos también aprender a frenar. Cuando queremos pintar, como hemos visto, debemos incrementar la velocidad con la que vertemos leche en la taza a la vez que nos acercamos a ella. Para evitar llenar demasiado la taza o para poder realizar más vertidos (como en una tulipa), debemos detener el vertido bajando el codo del brazo con el que sujetamos la jarra de forma abrupta, como en un golpe seco. Bajar el codo elevará de forma inmediata la jarra de leche, interrumpiendo el vertido.